Quiero contar algo que me hizo y me hace reflexionar mucho.
Hace un par de años, yo estaba en una plaza, una plaza común y corriente, era la hora de almuerzo, y yo me había gastado la plata que tenía, en una empanada que me dejó con hambre.
quería compararme un "super ocho" y estaba desesperada buscando monedas por todos lados, entre puras monedas de 10 pesos, logré juntar 140. el super ocho, costaba 150
no podía encontrar esos 10 pesos que me faltaban, miré por el suelo, busqué en cada rinconcito de mis bolsillos, de mi mochila, abrí y cerré mi billetera mas de 10 veces, y nada.. ya estaba casi conformándome a no comer nada, hasta que de repente se me acercó un señor, una de estas personas típicas de la calle, que viven en la calle, estaba mal vestido, con ropas rotas, su cara sucia, no olía mal, tampoco olía a trago ni a cigarro, tenía una cara pacifica, y humilde, se me acercó y me dijo.
-Señorita, tiene alguna moneda que me de, para compararme algo de comida?
yo le respondí, no tengo, pues me faltaban 10 pesos para un super ocho, pero mi hambre se conformaba con un chocolate pequeño, o quizás un dulce, al fin y al cabo, era solo un antojo. pues hambre realmente no tenía..
el me dijo - No se preocupe, muchas gracias, y que Dios la bendiga.
Seguido de ésto, el se fue lentamente, yo abrí mi billetera, y aparecieron, ahí en frente mio, 10 pesos, los 10 pesos que me faltaban estaban ahí, después de revisar por todos lados, de buscar en todas partes, al fin, encontré los 10 pesos para mi super ocho.
Claramente me puse a reflexionar mucho, pensaba, ese hombre que se me acercó quería comida, quizás hace cuanto no comía algo decente, mientras yo solo me preocupaba de un estúpido antojo, con el cual podría ayudar a llenar el estomago del hombre.
se me quitó el hambre, miré hacia todos lados, y no lo encontré.. recorrí toda la plaza buscándolo.
hasta que al fin lo vi, el se iba del lugar, me acerqué, le toqué la espalda, y le dije...
-Tome, ahora encontré dinero.
el me miro y me dijo, muchas gracias.
creo que lo que sentí en ese momento fue indescriptible, ni el hambre, ni el sueño ni el frio que podría haber tenido, me impidieron sentir, esa satisfacción y felicidad conmigo misma.
Se que eran 150 pesos solamente, que alcanzaban para un super 8, pero para ese hombre, quizas le alcanzaba para la comida de su día entero.
Me retiré del lugar, feliz, y agradecí a Dios por el hermoso momento, que me había regalado para salir de mi. y entrar en el corazón de otro.
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